Los británicos de Guantánamo serán liberados: Un resultado mixto
11 de diciembre de 2007
Andy Worthington
Andy Worthington, autor de The Guantánamo
Files: The Stories of the 774 Detainees in America's Illegal Prison,
explica por qué la noticia de que cuatro residentes británicos van a ser
liberados de Guantánamo es motivo de prudente celebración, pero también señala
que dos residentes británicos no volverán a casa.
El viernes por la noche estuve en una mezquita de Glasgow hablando sobre Guantánamo ante un
numeroso y entregado público, en compañía de James Yee, antiguo capellán
musulmán de la prisión, que fue encarcelado injustamente como espía en 2003. En
un intento de demostrar que Guantánamo no era una cuestión relacionada
únicamente con la política exterior estadounidense, esbocé brevemente las
historias de los seis residentes británicos que siguen recluidos en Guantánamo.
Lo que dije fue lo siguiente:
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Shaker Aamer, saudí de 38 años, residente británico desde 1996, está casado y tiene
cinco hijos, el menor de los cuales nació después de su captura. En 2001, viajó
con su familia desde su casa en el sur de Londres a Afganistán, donde compartió
una casa en Kabul con el ciudadano británico liberado Moazzam Begg y su
familia, y trabajó para crear una escuela de niñas. Tras el 11-S y la invasión
estadounidense, se las arregló para que su familia huyera de Afganistán, pero
fue capturado en Jalalabad y vendido a la Alianza del Norte, que a su vez lo
vendió a los estadounidenses.
En Guantánamo, su carisma, su dominio del inglés y su incansable campaña en favor de sus
compañeros de prisión llevaron a las autoridades estadounidenses a concluir,
erróneamente, que era "El Profesor", un importante miembro de Al
Qaeda. Desde que en agosto de 2005 lideró un efímero "Consejo de
Presos", alentado y posteriormente suprimido por las autoridades, ha
permanecido recluido en régimen de aislamiento y en huelga de hambre durante el
último año, una medida desesperada que ha provocado una respuesta salvaje por
parte de los mandos de la prisión.
Como todos los presos en huelga de hambre de larga duración (de los que hay varias docenas), Shaker
es atado dos veces al día a una silla de inmovilización -un proceso que implica
18 correas distintas- y alimentado a la fuerza con comida líquida a través de
un grueso tubo que se le introduce en el estómago por la nariz. Se trata de un
proceso agonizante, agravado por la insistencia de las autoridades -en un
intento de "doblegar" a los huelguistas- en que la sonda se retire
después de cada alimentación, y no se mantenga en su sitio como en los primeros
días de las huelgas de hambre.
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Omar Deghayes, de 37 años, nació en Libia y llegó al Reino Unido con su familia
cuando era adolescente, en 1986, después de que su padre, destacado abogado y
activista sindical, fuera torturado y asesinado por la policía secreta del
coronel Gadafi. Estudiante de Derecho en la Universidad de Wolverhampton,
interrumpió sus estudios en 2000 para viajar a Afganistán, donde se casó con
una afgana y tuvo un hijo, pero fue capturado tras cruzar a Pakistán después de
que comenzara la invasión liderada por Estados Unidos.
En Guantánamo quedó ciego de un ojo durante un asalto a manos de guardias armados, y también ha
sido amenazado por agentes de inteligencia libios, que fueron trasladados a
Guantánamo en un avión fletado por la CIA. La única justificación de su
encarcelamiento es la afirmación de que fue identificado en una cinta de vídeo
como militante checheno, aunque sus abogados en el Reino Unido, con la ayuda de
periodistas del programa Newsnight de la BBC, demostraron en 2005 que se
trataba de un caso de confusión de identidad.
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Jamil El-Banna, de 45 años, nacido en Jordania, llegó al Reino Unido en 1994 y obtuvo
asilo en 2000. Al igual que Shaker Aamer, está casado y tiene cinco hijos, el
menor de los cuales nació después de su captura. Junto con Bisher al-Rawi,
residente británico procedente de Irak, El-Banna fue capturado en noviembre de
2002 por agentes estadounidenses en Gambia, adonde ambos habían viajado para
establecer una planta móvil de procesamiento de cacahuetes con Wahab, el hermano de al-Rawi.
Sorprendentemente, fueron capturados después de que los servicios de inteligencia británicos
proporcionaran información falsa a sus homólogos estadounidenses, alegando que
ambos hombres estaban implicados en actividades terroristas (lo que no era
cierto), olvidando mencionar que al-Rawi había estado trabajando para el MI5
como informador, vigilando al clérigo radical Abu Qatada, e ignorando el hecho
de que ambos hombres habían sido informados, antes de su partida, de que no
estaban bajo sospecha.
"Entregados" a Afganistán, El-Banna y al-Rawi fueron recluidos primero en la "Prisión
Oscura", una prisión secreta gestionada por la CIA cerca de Kabul, cuyo
salvajismo medieval se complementaba con el añadido de música y ruido amplificados
sin parar, y fueron trasladados a Guantánamo en marzo de 2003.
Bajo la presión de los abogados de los hombres, que descubrieron el papel desempeñado por los
servicios de inteligencia británicos en su secuestro y "entrega
extraordinaria", el gobierno rompió con su declaración de larga data de
que no actuaría en nombre de los residentes británicos en Guantánamo, y aceptó
el regreso de Bisher al-Rawi en marzo de 2007, aunque se negó, en un principio,
a presionar para el regreso de El-Banna, a pesar de que una junta de revisión
militar había dado el visto bueno para su liberación.
A pesar de que El-Banna tiene una esposa británica y cinco hijos británicos, y de que los
servicios de inteligencia fueron cómplices en su captura, en un principio el
gobierno esperaba poner a prueba sus recién descubiertos intentos de hacer
añicos los tratados internacionales que impiden la devolución de extranjeros a
países donde corren el riesgo de ser torturados, devolviendo a El-Banna a
Jordania (país del que había huido debido a la persecución religiosa), sobre la
base de un "memorando de entendimiento" -que supuestamente
garantizaba que cualquier ciudadano devuelto recibiría un trato humano- que
abogados y activistas de derechos humanos han condenado por carecer de valor.
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Binyam Mohamed (conocido en el Pentágono como Binyam Mohammed al-Habashi), de 29 años,
refugiado etíope que llegó al Reino Unido con su padre en 1995, era conserje en
una mezquita del oeste de Londres. Capturado en Pakistán en abril de 2002, fue
entregado a las autoridades estadounidenses, quienes, en lo que parece ser uno
de los fallos de inteligencia más devastadoramente ineptos de toda la
"Guerra contra el Terror", decidieron -al parecer basándose en una
"confesión" extraída bajo tortura por Abu Zubaydah, un sospechoso de
Al Qaeda de "alto valor", que había sido capturado recientemente- que
se trataba de un importante terrorista de Al Qaeda, que planeaba hacer estallar
una "bomba sucia" radiactiva en una ciudad estadounidense.
En un intento de obligarle a confesar, Mohamed fue "entregado" a Marruecos, donde sus
brutales interrogadores, que trabajaban para los estadounidenses, le torturaron
durante 18 meses, cortándole repetidamente el pene con cuchillas de afeitar, y
después fue trasladado a la "Prisión Oscura" de Afganistán. Estaba
previsto que se enfrentara a una Comisión Militar (un juicio espectáculo en el
que se ocultan pruebas secretas al acusado), pero su caso se archivó en junio
de 2006 después de que el Tribunal Supremo dictaminara que las Comisiones eran
ilegales, y no se ha restablecido.
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Abdulnour Sameur, refugiado argelino de 34 años, obtuvo asilo en el Reino Unido en abril
de 2000, tras desertar del ejército argelino porque, según dijo, le
"obligaban a salir a la calle y disparar a inocentes". Había estado
viviendo en el suburbio londinense de South Harrow, pero viajó a Afganistán
tras una crisis de fe, cuando alguien a quien conoció en una mezquita le
sugirió que en Afganistán encontraría una vida más pura y que, si le gustaba,
"me ayudaría a averiguar cómo construir una casa allí".
Acusado de tener conocimiento anticipado del 11-S, explicó en Guantánamo que se lo inventó en la
prisión estadounidense de la base aérea de Kandahar, cuando los interrogadores
le amenazaron con negarle tratamiento médico. "Les dije esto en Kandahar
durante los interrogatorios porque los interrogadores eran unos perros",
dijo. "Tenía una herida en la pierna. Tenía metal clavado en la pierna y
no me limpiaron la herida; no me dieron tratamiento... Les dije cualquier cosa,
lo que quisieran oír porque quería que me trataran la pierna. Vi a otras
personas a las que tuvieron que cortar la pierna. Yo no quería que me la
cortaran... Si estuvieras en mi lugar, si estuvieras en Kandahar, habrías hecho
lo mismo. Como un niño pequeño".
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Ahmed Belbacha, de 37 años, fue futbolista profesional en Argelia. Tras retirarse del
fútbol, trabajó como contable para Sonatrach, empresa petrolera propiedad del
gobierno, pero fue llamado al servicio militar y amenazado por miembros del
Grupo Islámico Armado (GIA), los militantes islamistas opuestos al gobierno.
Temiendo por su seguridad, huyó al Reino Unido en 1999 y se instaló en la
ciudad costera de Bournemouth, donde encontró trabajo como camarero en un hotel
y donde, tras ser investigado por el MI5, estuvo trabajando durante la
conferencia del Partido Laborista en 1999. Según un artículo de The Guardian de
2006, "sus amigos recuerdan el orgullo que sintió al recibir una propina
de 30 libras y una carta personal de agradecimiento de John Prescott", después
de haber ayudado al Viceprimer Ministro durante la conferencia.
En otoño de 2001, Belbacha se tomó un mes de vacaciones para visitar Pakistán y un campo de
refugiados afgano, pero fue capturado cerca de Peshawar, tras cruzar de nuevo a
Pakistán, por unos aldeanos que lo vendieron a las autoridades paquistaníes.
Una vez bajo custodia estadounidense, fue trasladado a la prisión de la base
aérea de Kandahar, donde fue "golpeado repetidamente", y después fue
llevado a Guantánamo, donde se le acusó falsamente de haber asistido a un campo
de entrenamiento en Jalalabad y de haberse reunido con Osama bin Laden en dos
ocasiones, a pesar de que, en el momento de sus vacaciones, estaba esperando
noticias del gobierno británico sobre si su solicitud de asilo había prosperado.
Con sombría ironía, su solicitud fue denegada, pero se le concedió un permiso
excepcional para permanecer en el Reino Unido en junio de 2003, cuando ya
llevaba más de un año en Guantánamo.
Lo que no sabía, mientras explicaba las historias de estos hombres y animaba al público a actuar
en su favor, era que la BBC
estaba a punto de dar la noticia de que cuatro de estos hombres iban a ser
liberados en breve. Según la descripción de la BBC, Jamil El-Banna, Omar
Deghayes y Abdulnour Samuer iban a regresar al Reino Unido, mientras que Shaker
Aamer volvería a su Arabia Saudí natal.
Aunque parece una noticia extraordinariamente buena para quienes han hecho campaña por la
liberación de estos hombres durante casi seis años -y también para el gobierno
de Gordon Brown, que rompió con la negativa de su predecesor a actuar en favor
de los residentes al solicitar formalmente el regreso de cinco de ellos en
agosto-, también es evidente que un anuncio no es lo mismo que la
materialización de la libertad de estos hombres. Mientras varias fuentes de
noticias empezaron a especular inmediatamente sobre la fecha de su regreso
("podrían estar de vuelta para Navidad", chirriaba el Daily Mirror),
la BBC mantuvo escrupulosamente que el gobierno británico "no había
confirmado" el traslado y que la fecha de liberación era
"desconocida".
Y así fue. Cuando el Ministerio de Asuntos Exteriores emitió finalmente un comunicado, un portavoz
declaró con cautela: "Hemos mantenido conversaciones detalladas con los
estadounidenses. Hemos estudiado las circunstancias de cada caso con Estados
Unidos y estamos en contacto con las familias y los representantes legales de
los cinco. Mientras duren las conversaciones no vamos a hacer más comentarios".
Clive Stafford Smith, de Reprieve, la organización benéfica legal que
representa a docenas de detenidos de Guantánamo, incluidos los residentes
británicos, declaró explícitamente a la BBC: "No hay duda de que se ha
llegado a un acuerdo, de que volverán a casa. La cuestión es cuándo. No hay
ninguna razón por la que no puedan volver a casa mañana, pero EE.UU. insiste en
un montón de trámites burocráticos".
Sin embargo, aunque los hombres estén en casa para Navidad, la repatriación de Shaker Aamer a Arabia Saudí sigue siendo
preocupante. Una fuente cercana a su familia me explicó que Shaker "lleva
tiempo expresando que le gustaría regresar a Arabia Saudí", señalando que,
si volviera al Reino Unido, se teme que "se enfrentaría a una prohibición
de viajar, si no a algún tipo de orden de control, que le impediría reunirse
con el resto de su familia en Arabia Saudí, o regresar en el futuro si así lo
deseara". Dado que el gobierno saudí ha mostrado su compromiso de ayudar a
los ex detenidos a reintegrarse en la sociedad saudí tras un periodo de
"reeducación", llegando incluso a proporcionar ayuda económica
mientras los hombres comienzan a rehacer sus vidas, es comprensible que Mr.
Aamer haya elegido esta opción, aunque, como también explicó mi fuente, sigue
sin estar claro "lo fácil que sería para su mujer y sus hijos establecerse
allí o visitarle en este periodo", una contrapartida potencialmente
terrible para alguien que, como ha señalado Moazzam Begg, estaba absolutamente
entregado a su familia.
Más preocupante aún, por supuesto, es la detención en curso de los dos residentes cuya puesta en libertad no está
prevista: Binyam Mohamed, el único de los cinco cuyo regreso se solicitó en
agosto, y Ahmed Belbacha, cuyo regreso no se solicitó en absoluto.
Como explicó The Independent, "los motivos por los que el Sr. al-Habashi sigue detenido
siguen sin estar claros", pero "se cree que Estados Unidos está
decidido a que se enfrente a una de las comisiones militares de Guantánamo...
que podrían encarcelarlo de por vida". Al describir su situación, Clive
Stafford Smith reiteró que no había "ninguna prueba" contra su
cliente. "Le llevaron a Marruecos y le clavaron una cuchilla en el
pene", explicó. "Naturalmente, como haría cualquier ser humano, hizo
declaraciones diciendo lo que querían oír. Ellos [las autoridades
estadounidenses] se lo creyeron". Y añadió: "No he visto ninguna
prueba en el caso de Binyam que no sea una prueba de que le torturaron. La
conclusión es que nos parece bien que se enfrente a un juicio justo, si eso es
lo que todos quieren. Pero el problema que tenemos es que juzgarlo usando
pruebas de tortura, usando pruebas secretas, es darle un juicio injusto. El
Gobierno británico lo ha dejado perfectamente claro, las comisiones militares
son injustas".
En el caso de Ahmed Belbacha, que, al igual que Jamil El-Banna, ha sido oficialmente autorizado a
salir de Guantánamo, el gobierno británico se ha negado a actuar en su nombre
porque, técnicamente, no era en realidad residente británico en el momento de
su captura. En agosto, escribí al Ministerio de Asuntos Exteriores para
quejarme, explicando que "la negativa a actuar en nombre del Sr. Belbacha
daría, en mi opinión, una imagen muy desfavorable de la nueva administración,
de la que usted es una pieza clave, y sugeriría que el gobierno sólo está
dispuesto a actuar -como en el caso del Sr. al-Rawi- cuando se enfrenta a la
posibilidad de verse avergonzado por las revelaciones de que el detenido en
cuestión trabajaba en realidad para los servicios de inteligencia británicos".
En septiembre, recibí una respuesta de Nicolas Jankowski, del Departamento de Política
Antiterrorista, quien me explicó que la decisión de solicitar la devolución de
los residentes británicos estaba "limitada a aquellos que residían
legalmente en el Reino Unido antes de su detención. Creemos haber identificado
a todas las personas a las que se refiere esta solicitud que se encuentran
actualmente detenidas en Guantánamo. El Sr. Ahmed Belbacha no entra en esta categoría".
Como escribí en su momento, me decepcionó la "mezquindad de espíritu expresada en nombre del
Ministerio de Asuntos Exteriores por el Sr. Jankowski", y añadí que,
"debido a que, técnicamente, Mr. Belbacha no era residente británico en el
momento de su captura, este hombre inocente, que ha sufrido cinco años y medio
de trato extraordinariamente sombrío a manos de sus captores estadounidenses,
no será rescatado de la perspectiva de nuevos malos tratos en el país donde
nació porque el Gobierno ha dado la espalda a la decisión que tomó de acogerlo
para que permaneciera en Gran Bretaña mientras sufría en Guantánamo. Esto más
bien ridiculiza la supuesta postura de principios adoptada por la nueva
administración de Gordon Brown cuando solicitó el regreso de los otros cinco
hombres, y hace poco para persuadirme de que el gobierno está tan preocupado
por la justicia como por las relaciones públicas."
Mi opinión no ha cambiado. Mientras espero la liberación de cuatro de los residentes, e insto a
cualquiera que se preocupe por la injusticia actual de Guantánamo a que no
olvide que Binyam Mohamed sigue sumido en un oscuro e inquietante mundo de
espectrales acusaciones obtenidas mediante tortura, en las que los servicios de
inteligencia británicos fueron cómplices, al menos en parte, también mantengo que
la intransigencia del gobierno en el caso del Sr. Belbacha muestra, con
demasiada claridad, el borde duro e inflexible de la política del gobierno
hacia los refugiados. Se trata de una situación a la que se enfrentan cada día
familias y personas en el Reino Unido, que se ven amenazadas con ser devueltas
a países donde corren el riesgo de sufrir torturas o cosas peores, y que en el
caso del Sr. Belbacha se pone de relieve por el hecho de que prefiere
permanecer en Guantánamo -en uno de los entornos penitenciarios más aislados y
sin ley del mundo occidental- antes que regresar a su país de nacimiento.
Notas
Se anima a los lectores preocupados por el encarcelamiento continuado de Binyam Mohamed y la
negativa del gobierno británico a actuar en favor de Ahmed Belbacha a que
expresen sus sentimientos por escrito al ministro de Asuntos Exteriores, David
Miliband, a quien pueden dirigirse en: milibandd@parliament.uk.
En el sitio web de la National Guantánamo Coalition puede encontrarse un modelo de carta sobre el Sr.
Belbacha.
Los perfiles de este artículo se han extraído en parte de un artículo que escribí cuando el gobierno
británico solicitó por primera vez la devolución de los residentes en agosto,
que incluye información adicional sobre los intentos del gobierno de devolver a
ciudadanos extranjeros -retenidos sin cargos ni juicio en el Reino Unido- a
países donde corren el riesgo de ser torturados. Este artículo y otros
relacionados con Ahmed Belbacha y Omar Deghayes pueden consultarse aquí, y otro artículo que
profundiza en la historia de José Padilla, presunto co-conspirador de Binyam
Mohamed en la trama de la "bomba sucia", puede consultarse aquí.
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